¿Puedo acaso encontrarme si no hay nada qué descubrir en mí?
El que se niega a perderse, tampoco conseguirá encontrarse jamás. Así que quiero perderme.

jueves, 12 de abril de 2012

VIDA DE POETA DE ROBERT WALSER




Relatos dentro del paradigma del desplazamiento que felizmente declaró Carlos Fuentes para la novela: toda escritura es un ir a otra parte, ya sea viajar desde un pais a otro, desde el propio ser al de un personaje ajeno, básicamente, desde el no ser al ser, o desde un tiempo presente al pasado o al futuro.

Los cuentos de Walser ilustran bien esto, es fácil encontrarse en ellos con viajantes, con vagabundos, con excursionistas primerizos. Estos desplazamientos, no son un mero traslado de cuerpos, son una experiencia vital, una búsqueda necesaria. El que se mueve es estravagante, su vestimenta llama la atención, lo para la policía para pedirle la documentación. Esta es la vida de poeta que refiere el titulo, para el que no cabe ni siquiera la cómoda invitación a recogerse en los placeres del trabajo rutinario ni en el amor estable.

El lenguaje usado por Walser puede llevar a confusión. Una lectura rápida podría tacharlo de almibarado, ingenuo, de cuento de hadas anacrónico, pese al placer que produce, hay que reconocer que cualquier escuela de estilo moderna condenaría estos “parajes agrestes y tempestuosos” o esos “labios febriles y temblorosos” que no parecen responder a la ironía y que tan bien situados están en las praderas y montañas de una Suiza idílica.

Sin embargo, queda la sensación de que hay algo detrás, que estas escenas que muchas veces carecen de narración y que acaban bruscamente, sin que aparentemente pase nada, encierran profundidades tras las que se adivina la presencia de un autor que fue digno de la admiración de Kafka y Walter Benjamin, y por supuesto insinuan un dolor soterrado.

Este último, en un ensayo de 1929, acierta a dar una explicación más que plausible a lo que esconde esa ingenuidad: “todos esos personajes alegres de Walser deben ser convalecientes. Solo la recuperación de la salud puede explicar el intenso placer que encuentran en absolutamente todo”.[1]

Tanto cielo azul no concuerda con la imagen de un escritor que fue pobre, viajó demasiado y acabó en un manicomio. Pero hablábamos de desplazamientos y no hay mejores ejemplos que estos: el que busca porque nada tiene, el que resulta de no conformarse con la tierra que te vio nacer y la locura, que no es sino huída de la razón carcelera y premisa del genio.



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