Una vez pronuncié un discurso a
una estufa y quisiera transcribirlo aquí hasta donde lo recuerdo de memoria.
Asaltado por toda suerte de
pensamientos iba un día de un extremo a otro de mi habitación. En cierto modo
me había extraviado, perdido, y hacía grandes esfuerzos por orientarme de
nuevo, lo cual me costaba numerosos suspiros; era, eso sí, absolutamente incapaz
de disimular que estaba angustiado.
Y entonces vi a la estufa sonreír
sarcásticamente desde su imperturbable quietud estufesca.
“A ti no te afecta nada”, le
grité furioso y con sincera indignación, “no estás sometida a ningún tipo de
excitación. La inquietud no te atormenta ni te afligen las calamidades.”
“¿No es acaso cierto, so pasmona
e insensible majadera, que al no tener capacidad ni, por lo tanto, necesidad
alguna de moverte, te imaginas que vales una enormidad?
“Como eres una pasmona burda e
insensible, te crees grande.
“¡Vaya grandeza!
“Como desconoces cualquier tipo
de tentación, te crees una mujer modelo.
“¡Vaya feminidad!
“No sentir nada, contonearse como
una osa gruñona o una elefanta parece ser tu concepto de feminidad.
“Como nunca en tu vida has
pensado en algo más profundo, tienes el descaro de burlarte insensatamente de
quienes deben enfrentarse a toda suerte de dudas y escrúpulos.
“¡Valiente amiga eres tú!
“Es muy evidente que, hasta
ahora, el mundo te ha echado en falta. En ti y en tus semejantes bien puede
confiar el mundo.
“Como no necesitas luchar ni
combatir, te consideras perfecta.
“Como nunca has condescendido en
nada ni te has dejado ver allí donde hombres y corazones son puestos a prueba,
te figuras estar libre de toda flaqueza, por lo que te permites señalar con el
dedo a quienes, arriesgándose a entrar en el campo de batalla, sacan a la luz
sus flaquezas y errores.
“Cobarde rebosante de energías
que no se atreve a moverse para no tener que revelar dónde están sus defectos:
avergüénzate de no haber tenido que avergonzarte jamás ni un poquito; quien no
sabe lo que es dedicarse a una causa justa tiene el corazón cubierto de grasa y
la buena voluntad asfixiada.
“Quiero que sepas que más que
cualquier buena reputación me importa mi tarea, para mí más importante que la
necia fama de no haberse equivocado nunca.
“Quien nunca se equivoca es
probable que jamás haya hecho nada bueno”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario